Por las calles del Chihuahua antiguo se encuentra esta vieja casona que fue propiedad del legendario General Revolucionario Francisco Villa, jefe de las fuerzas armadas de la División del Norte; esta residencia la ocupó cuando, por un corto tiempo, fue nombrado gobernador del Estado, allá por el año de 1914, posteriormente la casa fue habitada solamente por su esposa Doña Luz Corral de Villa, quien la ocupara hasta el fin de sus días en 1981.
La residencia fue convirtiéndose en Museo aún en vida de la viuda de Villa, quien se preocupó de conservar y reunir gran cantidad de objetos y artículos pertenecientes a su esposo y al movimiento que él encabezaba. Poco antes de morir, ella donó el inmueble y su contenido a la Secretaría de la Defensa, bajo la promesa de mantenerla y enriquecer el acervo existente. La promesa se cumplió fielmente y la casa ha sido magníficamente restaurada conservándose en ella el mobiliario original y gran cantidad de objetos personales pertenecientes a la familia Villa, además su contenido se ha enriquecido en gran medida.
La arquitectura de la casa es ya de por si interesante, sus amplias habitaciones rodeando el jardín con una fuente al centro; los pisos de mosaico con figuras convergentes, la madera y la cantera finamente labrada, nos recuerdan ese aire de principios del siglo XX. El recorrido empieza por el despacho del General, para luego pasar a la sala, el comedor, la cocina y las recámaras, todo está tan detallado, que nos hace pensar que el tiempo se hubiera detenido, nada menos que en los tiempos de la revolución mexicana.
En los portales de los patios posteriores se elaboraron murales con motivos de la revolución, en estos pasillos es importante ver el coche modelo 1922, donde viajaba Pancho Villa al momento de ser asesinado en Hidalgo del Parral, Chihuahua; sobre su costado derecho se observan los orificios que dejaron las balas que lo acribillaron.
Llama también la atención la mascarilla mortuoria del rostro del General Villa, misma que se obtuvo tres horas después de su muerte y que finalmente ha regresado a suelo mexicano, ya que por muchos años había permanecido en tierra norteamericana.
Alrededor del patio se encuentran diferentes salas en donde invaluables testimonies nos llevan a través de lo que fue la vida chihuahuense durante las épocas del porfiriato, la revolución y la postrevolución; esto es posible gracias a que se han recopilado documentos originales, fotografías, armamento y diversos objetos que formaban parte de la vida comercial, industrial o cotidiana de personas que fueron protagonistas o vivieron muy de cerca el movimiento armado de la revolución.
Una de las salas de la residencia, llamada Salón de los Héroes, fue decorada por órdenes del mismo Francisco Villa en el año de 1914 y está dedicada a los héroes de la independencia.